martes, 22 de febrero de 2011

MUJER E ISLAM

La Discriminación de la mujer en el “mundo musulmán” es uno de los motivos por los que muchos piensan que es imposible el diálogo entre la civilización islámica y occidental. Uno de ellos es José Antonio Gómez Marín que firma el siguiente artículo publicado en “El Mundo” el pasado 17 de febrero.
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EL MACHO FEROZ
Justo cuando los observadores subrayan la activa participación de las mujeres en las revoluciones que están teniendo lugar en los países árabes, un gran premio periodístico
ha recaído en la portada de la revista Time en la que aparecía la imagen desoladora de la joven afgana Bibi Aisha, a la que su marido, aconsejado por un notable talib, había mutilado cortándole la nariz y las orejas antes de abandonarla a su suerte en un descampado… líderes islamistas se han precipitado a negar que esa inconcebible práctica tenga cabida en la preceptiva coránica, pero hay que recordar que hace bien poco tiempo y en Turquía, otro bárbaro mutiló de idéntica manera a su esposa, mientras que en varios de esos países, particularmente en Irán, parece arraigada la norma de colgar o lapidar a la mujer acusada de adulterio… En Argelia se acosa y persigue a las “mujeres solas” que por, circunstancias diversas, se ven forzadas a vivir sin la compañía de un varón y hay constancia de que en Irán alguna hembra habría sido arrestada bajo la acusación de haberse expuesto al sol para broncearse. La brutal discriminación de la mujer va a ser, sin duda, uno de los caballos de batalla en esta guerra ya desatada que se está librando en ese mundo instalado en su particular Edad Media frente a la irreversible modernidad. El 99 % de las mujeres afganas padecen algún tipo de maltrato, según la ONU. Resulta lógico pensar que lo que esta temporada se dirime en el ámbito islámico no es sólo la posibilidad de una apertura política sino el cuestionamiento de toda una concepción del ser humano y de la vida que hoy resulta incompatible con el criterio superior de la mayoría civilizada. Va más allá de la noticia y de la anécdota, indudablemente, la mano tendida por el mundo libre a Bibi Aisha, cuya aterradora imagen fuerza a cerrar a cal y canto el inverosímil diálogo que algunos pretenden mantener en pie de igualdad con ámbitos inconciliables. Porque si algo está dejando claro la realidad es que no hay trato posible con ese macho enloquecido que hoy ve cómo la hembra se empina con entusiasmo sobre el proyecto revolucionario de una sociedad nueva.

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