¿VOLVEMOS A LA EDAD MEDIA?

No pretendo con este titular alarmar a nadie, sino haceros partícipes de un temor que me asalta a medida que leo noticias y artículos periodísticos (y algún libro) relacionados con el tema del debate (¿es posible el entendimiento y la convivencia entre hombres de culturas distintas?)
La canciller alemana afirmaba recientemente que el multiculturalismo había fracasado. El gobierno francés, ante el temor de la pérdida de identidad del francés de pura cepa, propiciaba una reflexión, a nivel nacional, sobre lo que significaba “ser francés”. En Arizona se atenta contra la vida de una congresista por estar a favor de los inmigrantes. En Suiza se celebra un referéndum para decidir si se permite la construcción de más mezquitas (el resultado fue negativo). En la ciudad en la que vivo, Sevilla, los ciudadanos se oponen a la construcción de una mezquita en su barrio… Y desde el otro lado, las noticias son más desalentadoras: inexistencia de democracias, persecución de los cristianos y de los homosexuales, discriminación de la mujer…
¿Dónde quedan los valores de la Ilustración –la tolerancia, la libertad, la igualdad, el universalismo- que florecieron en Europa a partir del siglo XVIII?.
¿Volvemos al fanatismo religioso (“más religión y menos Estado”, decían los del Tea party), al localismo (los diversos nacionalismos), a la guerra entre culturas (Huntington)?.
Creo no equivocarme al interpretar el artículo que hoy os reproduzco –su resumen- en la misma línea de lo anteriormente expuesto. Lo firma Orhan Pamuk.
Orhan Pamuk es turco, un escritor al que le fue concedido el premio Nobel de Literatura en el año 2006.
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… Europa era una tierra de promesa y de leyenda… Los manuales escolares de mi niñez eran textos diseñados para enseñarnos por qué había que trazar una línea entre Estado y religión… y por qué habíamos tenido que abandonar el alfabeto árabe para adoptar el latino…
Pero ahora este sueño de una Europa maravillosa… se ha desvanecido. Tal vez sea porque Turquía ya no es tan pobre como antes… Y en los últimos años, por supuesto, ha influido el hecho de que se hayan frenado las negociaciones entre Turquía y la Unión Europea sin que haya una solución a la vista…
Sin embargo, la mayor desilusión en los países no occidentales, y en Turquía, la constituyó la participación de Europa en la guerra de Irak. El mundo vio como Bush engañaba a Europa para que se uniese a esa guerra cruel e ilegítima y cómo Europa se había mostrado muy dispuesta a dejarse engañar.
… Cuando veo Estambul, que cada año es un poco más compleja y cosmopolita, y que ya atrae a inmigrantes de todos los rincones de Asía y África, no me cuesta nada llegar a esta conclusión: no es posible mantener indefinidamente fuera de Europa a los asiáticos y africanos pobres, desempleados e indefensos que buscan nuevos lugares para vivir y trabajar… Y lo peor es que la política anti-inmigración y los prejuicios están destruyendo ya los valores fundamentales que constituyen la esencia de Europa…
Es comprensible que Europa sufra ataques de ansiedad e incluso pánico en su intento de proteger sus grandes tradiciones culturales, beneficiarse de las riquezas que busca con codicia en el mundo no occidental y conservar las ventajas obtenidas a lo largo de tantos siglos de lucha de clases, colonialismo y guerras intestinas. Ahora bien, para protegerse ¿es mejor que Europa se vuelva sobre sí misma, o tal vez, o tal vez debería recordar sus valores esenciales que en otro tiempo la convirtieron en el centro de gravedad de todos los intelectuales del mundo?

Diario “El País”, 9 de enero de 2011.