jueves, 5 de febrero de 2009

Mujeres en busca de un nuevo humanismo

MUJERES EN BUSCA DE UN NUEVO HUMANISMO
Resumen del capítulo XI de este texto de Monserrat Roig, cuyo título es “Ciencia y antifeminismo” (Edit. Salvat, Col. Temas clave, nº 60)
La actual distribución de roles masculinos y femeninos no es universal ni
en el espacio ni en el tiempo. Así entre los habitantes de las islas Marque-
sas, las labores del hogar y el cuidado de los niños son propios de los hom-
bres . Entre los tasmanios, la caza era tarea femenina. Y los ejemplos pue-
den multiplicarse.

… A partir del siglo XVIII , la ciencia sustituye a la religión: ya no es Dios sino la Naturaleza lo que explica la subordinación de la mujer al mundo masculino. Rousseau, por ejemplo, escribía que “la mujer fue creada para ceder ante el hombre y tolerar sus injusticias”. Su proyecto pedagógico dividía la educación humana según sus roles sexuales. Y la educación de la mujer tendría que estar en función del hombre: “agradarle, serle útil, ser amada y honrada por él, educarle durante su juventud…”. Quedaba así definido el papel de la mujer: objeto de atracción sexual, de veneración, a la par que transmisora de los valores ideológicos vigentes en la socialización del niño.
… Este esquema ha permanecido ha sido corroborado por muchos modernos “sacerdotes de la tribu”, los científicos, los cuales han antepuesto sus prejuicios masculinos a la propia indagación científica. Quedaban atrás Aristóteles -que creía que el padre es el principio eficiente, la idea, lo que da forma, mientras que la madre es la materia, lo amorfo- o Santo Tomás de Aquino, que afirmaba que la mujer es algo deficiente y circunstancial… Darwin subrayaba la supuesta inferioridad de la mujer al afirmar que “la diferencia fundamental entre las facultades intelectuales de ambos sexos resulta sobradamente probada por los resultados obtenidos siempre superiores en el hombre que en la mujer”
… Así pues, el hombre estaba constituido física y mentalmente para la acción y el poder , mientras que la mujer, de constitución débil, era pasiva, tierna, y su función natural era el hogar…
… Surgieron también estudios anatómicos que afirmaban que “la mujer es un organismo retenido en un estado de permanente infantilización”, de ahí que se la considerase dominada, como los niños, por los sentimientos y, como ellos, deficiente en el poder de abstracción y síntesis.
… Herbert Spencer desarrolló la teoría de que la actividad intelectual era incompatible con la procreación y que la mente de la mujer se degradaba a medida que engendraba hijos. Algunos llegaron a definir a la mujer como un estado medio entre el antropoide y el hombre. Según estos científicos misóginos, la libertad de la mujer significaría la degradación de la especie humana, así que era importante preservarla de la contaminación de la cultura para que se mantuviera incólume dentro de los límites que le ha otorgado la Naturaleza. El error básico de estos científicos es que creían que la inteligencia es esencialmente masculina, de ahí que temieran la “masculinización” de la mujer si se desarrollaban sus facultades mentales. La mujer “sabia”, decían, olvida sus funciones de madre y compañera del hombre y pierde sus innatos encantos femeninos.
En Estados Unidos, algunos científicos han estudiado recientemente la interacción social en los grupos de primates y, al observar que las primates hembras son sumisas y pasivas, han colegido que son así porque pertenecen a la “naturaleza femenina”. Otros afirman que al tener hormonas sexuales diferentes, los hombres y las mujeres tienen desde que nacen un comportamiento distinto, pues las hormonas afectan al cerebro. Sin embargo los estudios antropológicos de Margaret Mead y otros demostraron precisamente lo contrario: que la organización social es variada y que existen sociedades donde las mujeres tienen un comportamiento activo y dedicado a la vida exterior. Otros científicos han afirmado que lo único distinto entre los sexos es su fisiología y que el comportamiento humano difiere por la situación social y cultural. Cualquier experiencia puede demostrar hipótesis contrapuestas, y las conclusiones de los científicos están determinadas por su aceptación o rechazo de la ideología dominante.

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