lunes, 23 de febrero de 2009

El laberinto sentimental

Estimados alumnos: El brevísimo resumen que hoy os propongo está sacado del libro "El laberinto sentimental" de José Antonio Marina. Este filósofo es el autor de los libros de textos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato que tenemos en el Centro. Un magnífico filósofo.
Lo que quiere destacar el autor del libro está muy claro: la importancia de la educación en la formación del ser humano. Dependiendo de cómo nos socialicemos así será nuestro carácter. Esto vale tanto para explicar el grado de agresividad que manifiestan los individuos pertenecientes a una determinada sociedad (aunque no sólo) , como para "moldear" el carácter masculino y femenino.


“Sexo y temperamento” no es lo que el título sugiere . Es un bello libro de antropología con el que Margaret Mead quiso responder a una pregunta: ¿Lo que llamamos feminidad y masculinidad son caracteres biológicos o productos culturales? Para averiguarlo se fue, ni corta ni perezosa a estudiar tres tribus de Nueva Guinea: los arapesh, los mundugumor y los tchambuli. A pesar de vivir relativamente cerca, a menos de doscientos kilómetros, las diferencias son sorprendentes.

Los arapesh son un pueblo cooperador y amistoso que carece de organización política… Trabajan juntos, todos para todos… El beneficio propio parece detestable… Para los arapesh el mundo es un jardín que hay que cultivar… Los niños son el centro de atención. La educación entera es educación sentimental. No hace falta que el niño aprenda cosas, pues lo importante es suscitar en él un sentimiento de confianza y seguridad. Hacerle bondadoso y plácido eso es lo importante…

A ciento sesenta kilómetros de los arapesh viven los mundugumor, que han creado una cultura áspera, incómoda, malhumorada. Todo parece fastidiarles, lo que no es de extrañar porque su organización fomenta un estado de cabreo perpetuo. Habitualmente sólo las mujeres se reúnen, mientras que los hombres se observan de lejos con desconfianza. Los niños son educados para sentirse incómodos ante los mayores… Las uniones sexuales son rápidas y violentas. El carácter ideal es común para ambos sexos pues se espera que tanto hombres como mujeres sean agresivos, celosos y estén siempre en perpetua competencia, dispuestos a vengar cualquier insulto. En fin, que parecen occidentales.

Margaret Mead visitó un tercer pueblo, los tchambuli. De nuevo cambia el paisaje sentimental. Hay una inversión de los papeles sociales. Las mujeres se ocupan de las cuestiones económicas, pescan, tejen, comercian, administran el dinero, mientras los hombres viven para el arte y el espectáculo. Las mujeres los tratan con amabilidad, tolerancia y aprecio… Como son las dueñas del dinero obsequian y regalan a sus maridos, a cambio de languidecientes miradas y suaves palabras… El interior de una casa tchambuli muestra a ojos vistas su organización social. Las mujeres firmemente instaladas en el centro de la habitación, mientras que los hombres se sitúan junto a las paredes, cerca de las puertas, con un pie en la escalera, sintiéndose poco queridos, apenas tolerados, y dispuestos siempre a refugiarse en la casa de los hombres, donde preparan su propia comida, recogen su leña, viven como solteros en un estado de mutua desconfianza y de común incomodidad.

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