viernes, 13 de febrero de 2009

Entrevista a Betty Friedam

(“El País”, 9 de septiembre de 1994)

Os reproduzco una parte de una entrevista , realizada a Betty Friedam que fue una figura central del movimiento feminista estadounidense. Tenía, entonces, 72 años. Y a Elisabeth Badinter, escritora e intelectual francesa.

Pregunta: ¿Deberían las mujeres resaltar sus diferencias con los hombres o sus similitudes?

E. B. La cuestión no es que las mujeres imiten a los hombres sino que compartan la vida familiar y laboral con ellos. Mi generación dio el primer paso. Finalmente, somos capaces de expresarnos de forma viril. Durante mucho tiempo, las mujeres no fueron capaces de hablar así. Era imposible conseguir algo sin esa faceta de la lucha. La generación de mi hija, mujeres de menos de 30 años, está comenzando a recuperar su feminidad sin abandonar el privilegio de demostrar su virilidad […] Hay dos tipos de feminismo: un feminismo diferenciador , y otro universalista que cree que las similitudes entre los sexos son mucho más importantes que sus diferencias. ¿A cuál pertenece usted?

B. F. Yo estoy por la igualdad, no porque las mujeres estén al servicio de los hombres. Pero, por otra parte, creo que no puede haber igualdad real sin reconocer ciertas diferencias. Las mujeres deben ser capaces tanto de expresar su agresividad como su ternura y de alimentar su faceta femenina […] Creo que estamos entrando en una etapa igualitaria que exige una visión más compleja de las personalidades masculina y femenina.

Pregunta: ¿Creen que vamos a entrar en un siglo XXI en el que los valores femeninos serán preeminentes?

E. B. No tanto para los hombres como para las mujeres, el siglo próximo se concentrará en alcanzar la androginia, esto es, la posibilidad de expresar las dos partes de la propia personalidad. Creo, como Freud y otros , que el ser humano es psíquicamente bisexual, masculino femenino. Según las circunstancias de la vida, pones en funcionamiento tu feminidad (en la maternidad o en las relaciones sociales) o tu masculinidad (cuando ejerces el poder). No será un siglo femenino.

B. F. Estoy de acuerdo, aunque no me guste la palabra androginia, que suena tan asexuada.
Estamos avanzando hacia una afirmación maravillosamente diversa de fuerza y vulnerabilidades, y de diferencias y similitudes de hombres y mujeres. Es una liberación maravillosa tanto para los hombres como para las mujeres. Nunca he creído que deba existir una contradicción entre feminismo y feminidad. Los expertos masculinos no me pueden decir qué es la feminidad. La feminidad es lo que yo soy y todo lo que yo soy. También los hombres necesitan liberarse de la máscara de hierro del machismo quizá más aún que las mujeres porque no pueden vivir así en nuestros tiempos. Los hombres han sido educados de acuerdo con la definición machista de la dominación masculina, la supresión de los sentimientos, sus resultados en la carrera de la competitividad, y su habilidad para evitar someterse.

Pregunta: Me pregunto si avanzamos hacia una era en la que habrá cooperación entre hombres y mujeres o, al revés, enfrentamiento.Entrevista a Betty Friedam
(“El País”, 9 de septiembre de 1994)
Os reproduzco una parte de una entrevista , realizada a Betty Friedam que fue una figura central del movimiento feminista estadounidense. Tenía, entonces, 72 años. Y a Elisabeth Badinter, escritora e intelectual francesa.
Pregunta: ¿Deberían las mujeres resaltar sus diferencias con los hombres o sus similitudes?
E. B. La cuestión no es que las mujeres imiten a los hombres sino que compartan la vida familiar y laboral con ellos. Mi generación dio el primer paso. Finalmente, somos capaces de expresarnos de forma viril. Durante mucho tiempo, las mujeres no fueron capaces de hablar así. Era imposible conseguir algo sin esa faceta de la lucha. La generación de mi hija, mujeres de menos de 30 años, está comenzando a recuperar su feminidad sin abandonar el privilegio de demostrar su virilidad […] Hay dos tipos de feminismo: un feminismo diferenciador , y otro universalista que cree que las similitudes entre los sexos son mucho más importantes que sus diferencias. ¿A cuál pertenece usted?
B. F. Yo estoy por la igualdad, no porque las mujeres estén al servicio de los hombres. Pero, por otra parte, creo que no puede haber igualdad real sin reconocer ciertas diferencias. Las mujeres deben ser capaces tanto de expresar su agresividad como su ternura y de alimentar su faceta femenina […] Creo que estamos entrando en una etapa igualitaria que exige una visión más compleja de las personalidades masculina y femenina.
Pregunta: ¿Creen que vamos a entrar en un siglo XXI en el que los valores femeninos serán preeminentes?
E. B. No tanto para los hombres como para las mujeres, el siglo próximo se concentrará en alcanzar la androginia, esto es, la posibilidad de expresar las dos partes de la propia personalidad. Creo, como Freud y otros , que el ser humano es psíquicamente bisexual, masculino femenino. Según las circunstancias de la vida, pones en funcionamiento tu feminidad (en la maternidad o en las relaciones sociales) o tu masculinidad (cuando ejerces el poder). No será un siglo femenino.
B. F. Estoy de acuerdo, aunque no me guste la palabra androginia, que suena tan asexuada. Estamos avanzando hacia una afirmación maravillosamente diversa de fuerza y vulnerabilidades, y de diferencias y similitudes de hombres y mujeres. Es una liberación maravillosa tanto para los hombres como para las mujeres. Nunca he creído que deba existir una contradicción entre feminismo y feminidad. Los expertos masculinos no me pueden decir qué es la feminidad. La feminidad es lo que yo soy y todo lo que yo soy. También los hombres necesitan liberarse de la máscara de hierro del machismo quizá más aún que las mujeres porque no pueden vivir así en nuestros tiempos. Los hombres han sido educados de acuerdo con la definición machista de la dominación masculina, la supresión de los sentimientos, sus resultados en la carrera de la competitividad, y su habilidad para evitar someterse.
Pregunta: Me pregunto si avanzamos hacia una era en la que habrá cooperación entre hombres y mujeres o, al revés, enfrentamiento.
B. F. La próxima etapa no es de mujeres contra hombres. Tenemos que movernos hacia una visión más amplia del bien común, superando las definiciones restringidas de la cultura de la ambición, de los beneficios, del éxito, de una juventud obsesionada por la sexualidad.[…]
E. B. A la larga, soy optimista. Las mujeres nunca renunciarán a lo que les ha costado 30 años conseguir. Todo el problema reside en convencer a los hombres para que sigan avanzando por el sendero de la igualdad sin romper las negociaciones. Nuestra sociedad, finalmente, aceptará que el hombre el igual a la mujer, en la familia y en el lugar de trabajo.

B. F. La próxima etapa no es de mujeres contra hombres. Tenemos que movernos hacia una visión más amplia del bien común, superando las definiciones restringidas de la cultura de la ambición, de los beneficios, del éxito, de una juventud obsesionada por la sexualidad.[…]
E. B. A la larga, soy optimista. Las mujeres nunca renunciarán a lo que les ha costado 30 años conseguir. Todo el problema reside en convencer a los hombres para que sigan avanzando por el sendero de la igualdad sin romper las negociaciones. Nuestra sociedad, finalmente, aceptará que el hombre el igual a la mujer, en la familia y en el lugar de trabajo.

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