miércoles, 11 de febrero de 2009

Guapas,cariñosas y poco exigentes

(Éste es el título de un artículo firmado por José Manuel Blanco, escrito en “El País”, con fecha de 29 de Septiembre de 1994)

Iniciaba este blog señalando la desorientación que la nueva mujer estaba provocando en los hombres. En este artículo el autor pone de manifiesto que los hombres norteamericanos (¿y los europeos?) sienten miedo ante una mujer independiente, competitiva, segura de sí misma… y buscan mujeres sumisas y complacientes, pertenecientes a otras culturas.

“Calvin es un norteamericano [… ] que ya ha cumplido los treinta años [… ]Ha tenido varias novias, pero todas las historias han terminado mal [… ] Sigue buscando hasta que da con una oferta sorprendente: una agencia de contactos diferente a las habituales.

La agencia ofrece rusas –guapas, cariñosas, poco exigentes- dispuestas a casarse con norteamericanos… Casos tan reales como éste son relativamente frecuentes en EEUU y obligan a plantearse la pregunta de si los norteamericanos de 30 a 45 años se sienten a disgusto con las mujeres de su generación , o si tienen, sencillamente, miedo de ellas y prefieren buscar en culturas más tradicionales antes de comprometerse con personas que han alcanzado niveles importantes de igualdad e independencia. “El nuevo papel de las mujeres confunde a los hombres, y la competencia con ellas les da miedo en muchas ocasiones”, cree Elisabeth Tobias, una ejecutiva de 35 años dedicada a la mecadotecnia en una empresa de San Luis.

Una abundante literatura feminista ya ha teorizado el resentimiento del hombre por las conquistas profesionales y sociales de las mujeres, resentimiento que se expresa a la perfección en frases como ésta: “Las mujeres de éxito están casadas con sus carreras. Muchos hombres creen que no están recibiendo atención por parte de las mujeres”. Warren Farrell, el hombre que se lamenta de esta forma, es un feminista, de primera hora luego arrepentido, pionero de los movimientos masculinos de liberación y el autor del libro Por qué los hombres son como son. Farrell sufrió en sus carnes lo que denuncia: su ex mujer, una alta ejecutiva de IBM, le abandonó para casarse con otro directivo de la empresa.

[…]Los cambios ya consolidados del papel de la mujer en la sociedad y la reacción de los hombres ante esos cambios -desde el antifeminismo más o menos encubierto hasta la pasividad y la huida del compromiso- suponen serios problemas de relación personal: “Muchas mujeres sienten como un fracaso su vida afectiva, están muy insatisfechas con las relaciones que mantienen con sus parejas. Solteras o casadas , se quejan de lo mismo: muy deficientes relaciones afectivas”, dice Asunción Sanz […]

La generación de hombres a partir de los 30 años, según la periodista y escritora Bárbara Ehrenreich, ha hecho tres descubrimientos que le permiten resistir firmemente el compromiso serio con su pareja: se las arreglan muy bien viviendo solos y les gusta decorar sus apartamentos y hacerse la comida; creen que hay mejores cosas en las que gastarse el dinero que una familia y, por último, se han dado cuenta de que las imágenes negativas de inmadurez e irresponsabilidad o de ambigüedad sexual que acompañaban a los hombres solos han cedido el paso a elementos de prestigio, como la independencia o la disponibilidad. Todo ello, junto a las inseguridades provocadas por los avances profesionales de las mujeres y sus exigencias afectivas, sugiere Bárbara Ehrenreich, en su artículo Por fin, un hombre nuevo, justifica el repliegue y la pasividad de los hombres, que prefieren –cuenta como anécdota- quedar con una chica a tomar una copa antes que a cenar, porque lo primero implica un grado de compromiso mucho menor por su parte.

“Claro que esos hombres tienen miedo de las mujeres, pero no lo dirán jamás… asegura Asunción Sanz, que cree que los norteamericanos intensifican sus relaciones con el medio que les rodea y con el trabajo, pero no hacen lo mismo con sus parejas y tienden a buscar modelos diferentes: “No hay que ir tan lejos, como en el caso de las rusas; las latinoamericanas tienen gran éxito”.

[…] las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado profundamente en la última década. Los criterios que definían esas relaciones se han fragmentado y facilitan la desorientación. “¿No era todo mucho más fácil cuando se suponía que había que seguir al hombre de ciudad en ciudad, a donde le llevara su carrera profesional?”, lamenta Kerri, una abogada de Nueva York, de 27 años.

¿Agresivas, insatisfechas, aterrorizadoras de hombres? ¿Resentidos, evasores de sentimientos y responsabilidades, añorantes de los viejos buenos tiempos del dominio total? La sociedad norteamericana es suficientemente compleja como para evitar las generalizaciones sobre cualquier cosa, incluidos los estereotipos de hombres y mujeres y sus relaciones. Pero son cada vez más frecuentes los análisis que, como los de Bárbara Ehrenreich, recogen la perplejidad de las mujeres ante la ansiedad y la inseguridad de los hombres, y la dificultad de esas mujeres para definir su nuevo papel y sus pautas de comportamiento.

1 comentario:

  1. He sacado este texto de la novela La letra escarlata, del escritor norteamericano Nathaniel Hawthorne (1804 – 1864) , en donde narra unos hechos ocurridos en Salem, Nueva Inglaterra a mediados del siglo XVII: la persecución y condena de Hester Prynne a llevar para siempre una A bordada en rojo sobre el pecho, como un pequeño estandarte que proclamara en todo momento su condición de Adúltera.
    ( Existe una película de mismo nombre con Demi Moore y Gary Oldman, pero la novela es más interesante.)

    “Todo estaba en contra de ella. El mundo le era hostil. La naturaleza misma de la niña tenía algo extraño que recordaba que su existencia se debía a la pasión culpable de la madre y a menudo impulsaba a Hester a preguntarse a sí misma, con gran amargura de su corazón, si el nacimiento de la pobre criatura había sido para bien o para mal.
    En realidad, esta sombría interrogación se le presentaba con referencia al sexo femenino en general. ¿Les valía la pena vivir, incluso a las más felices? En lo que a ella se refería, su respuesta era negativa y descartó el asunto dándolo por solucionado.
    La tendencia a entregarse a meditaciones especulativas, aunque puede tranquilizar a las mujeres, como sucede con los hombres, tiende más bien a entristecerlas. Probablemente porque las obliga a entregarse a una tarea sin esperanzas. Ya que el primer paso debe ser el de destruir la sociedad constituida y volverla a edificar. Entonces, la naturaleza misma del sexo opuesto, o su larga costumbre hereditaria convertida en una segunda naturaleza, tiene que ser modificada en su esencia antes que la mujer pueda asumir la que tiene que ser su posición justa y verdadera. Finalmente, cuando todas las dificultades se hayan vencido, las mujeres no podrán aprovechar todas esta reformas preliminares hasta que ellas mismas hayan cambiado completamente; cuando, quizá, se evapore la esencia etérea que constituye se verdadera vida.”
    Hawthorne, N. La letra escarlata. Debolsillo, 2007

    ResponderEliminar