jueves, 19 de marzo de 2009

NOSOTRAS SA

En el mismo lugar y fecha que el anterior artículo se encuentra éste. Empar Moliner, su autora, realiza una crítica al feminismo mal entendido. Es de agradecer que existan personas con valor para ir en contra de "lo políticamente correcto".


Hola amigas. La incorporación de la mujer al mundo laboral ha propiciado que surjan nuevas profesiones, y una de las más rentables es ser mujer: se trata de ser muy pelota con las mujeres para venderles algo, que puedes ser tu misma, sin ir más lejos. Lo más rentable es hacer un libro de no ficción donde expliques lo injusto y difícil que es ser mujer sabiendo que precisamente por ser mujer te lo comprarán. Luego, como autora, podrás ir a los debates diciendo que “los hombres están desorientados porque les pedimos que sean fuertes y tiernos a la vez” frase preciosa que debería ser el estribillo de la próxima canción eurovisiva…

Ya hace años que ningún hombre normal dice que las mujeres somos más tontas que ellos. Ahora, sin embargo, unas cuantas se dedican a decir que nosotras somos más listas, y eso está muy bien porque a las tontas les encanta oírlo.

01. Cómo distinguir un producto femenino
Para distinguir un libro femenino de un libro normal miren la contraportada. En ella se habla de lo mal que hacen las cosas los hombres y se detalla (con un lenguaje graciosísimo) lo monstruosos que son. En algunas de estas contraportadas se pueden leer que los hombres “tienen un pene clavado en el cerebro”, o que “la suciedad es uno de sus rasgos inherentes”, o que los hombres, qué lástima “no son como los medicamentos y no tienen instrucciones de uso”. No me lo estoy inventando. Si un hombre escribiese un libro diciendo cosas parecidas, aunque fuese en broma, le denunciaríamos y le quemaríamos, no necesariamente por este orden.

[…] Ahora que casi hemos conseguido que no se generalice con los homosexuales (no, no son todos más sensibles y promiscuos), con los negros (no, no llevan todos el ritmo en la sangre) o con las mujeres (no, no somos el sexo débil ni decimos que no cuando queremos decir que sí), resulta que somos nosotras las que generalizamos con los hombres (todos sucios, machistas y obsesos sexuales). Así da gusto ser mujer.

02 Los anuncios, una cuestión de esfuerzo
Hace poco, en un periódico salía una carta al director firmada por Inma Soriano que decía que no usa el champú Sanex, ni ningún otro producto que muestre a la mujer desnuda, porque lo consideraba vejatorio. Puede que ustedes piensen que ese anuncio no enseña precisamente un cuerpo excitante o lascivo, pero escandalizarse y encontrar algo sexista es sólo cuestión de esfuerzo. Se trata de hacer ese esfuerzo. Háganlo y verán cómo encuentran sexista y vejatorio, por ejemplo el anuncio de los espárragos El Gigante Verde, donde el protagonista va con un taparrabos de hojas, cosa que propicia que veamos su cuerpo, musculoso y verde, de una manera gratuita y vejatoria para los gigantes.

[…] “Es que las mujeres somos como mucho más sensibles, como que le damos más vueltas a las cosas; yo a veces lloro y no sé por qué lloro”. Es lo que dice una chica en un anuncio de compresas buenísimo. Es tan bueno que algunas estamos deseando que hagan uno de maquinillas de afeitar en el que el chico diga: “Es que ser hombre es como más guay, ¿no? Porque los hombres les damos menos vueltas a las cosas, y si tenemos que eructar, pues eructamos y ya está, y a veces no sabemos por qué eructamos. Yo, si volviera a nacer, nacería hombre...

03 Compartir las tareas del hogar
En los debates (sobre los hombres desorientados), nuestras amigas repiten que hay que compartir las tareas del hogar y que los niños deberían aprender a hacer punto de aveja en la escuela. Nosotras preferimos que estudien literatura en el colegio antes que labores del hogar. Si un niño puede aprender él solo a programar el vídeo, también puede aprender él solo a programar la lavadora.

[…] Mis amigas y yo, siempre que vemos a estas políticas, duquesas o esposas de altos cargos que dicen que, por supuesto, comparten las tareas con sus maridos, nos partimos de risa. Compartir las tareas del hogar cuando tienes señora de la limpieza, ahora, llamada asistenta, es lo más bonito del mundo. Sí, casualmente la de la limpieza es también una mujer; pero de ella se hablará en otro debate.
[…]

05 Ultranacionalismo femenino
[…] Desear que respeten lo tuyo es lo más normal del mundo, y a todos nos molesta mucho que no lo hagan; pero creer que lo tuyo es mejor que lo de los demás es aburrido. Voody Allen no parece un nacionalista judío (normalmente los individualistas no son nacionalistas) precisamente porque da por supuesto que hay que respetar sus costumbres, su lengua, su particular manera de ser y su historia. Pues claro.

Sabe que en el mundo hay nazis, pero bromea sobre lo imbéciles que son. Sabe que su pueblo sufrió el peor exterminio de todos los tiempos, pero eso no impide que ahora haga chistes sobre judíos, en tanto que judío. ¿No está bien esa manera de ver la vida? A mí me gustaría que las mujeres actuasen del mismo modo. Nos han oprimido y nos siguen oprimiendo en algunos lugares del mundo, pero nosotras podemos bromear sobre nosotras. Así que ahí va un chiste. ¿ Saben por qué las mujeres vemos las películas pornográficas hasta el final? Para ver si los protagonistas acaban casándose.

06. Adiós a la bofetada de Gilda
Para ser coherente con este mundo light que nos ha tocado podríamos prohibir Gilda. La bofetada que le dan a Rita Hayworth no es políticamente correcta, fomenta los malos tratos. Si se la diese hoy Javier Bardem a Penélope Cruz (es un suponer) en una película española acabada de estrenar saldría en los periódicos . ¿O no?

[…] A algunas nos parecen mucho más libres y feministas las películas norteamericanas de los años treinta y hasta el final de la guerra (sobre todo las de Staneley Donen, Ernst Lubitch, George Kucor, Howard Hawks o Mitchell Leisen) que cualquiera de las de ahora…

07. Epílogo para todas y todos
Por cierto. En este artículo debería haber hablado de todas y todas, porque parece que, si hablas de todos, las mujeres no se hayan representadas. Lo hubiese podido hacer, pero, ¿qué hay que decir primero: todos o todas? Si digo primero todas estoy siendo machista porque pongo a las mujeres primero, como en los naufragios, y resulta que las mujeres no queremos trato de favor. Pero si digo todos primero, en realidad estoy dándole otra vez ventaja al macho, que va siempre delante. Propongo hacer como la gran transformista Divine, que trata en femenino a hombres y a mujeres.
Espero verles de nuevo en otro especial EPS (El País Semanal), esta vez llamado Cien por cien hombres.

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