miércoles, 31 de marzo de 2010

ÚLTIMA ENTRADA

Estimados alumnos:
Dado que en la última reunión faltaron algunos grupos, reitero lo que allí se dijo.
- Los debates tendrán lugar el lunes y martes a partir del recreo.
- El lunes durante el recreo se celebrará el sorteo tanto del orden de los debates como de los grupos que se enfrentan.En el supuesto de que los grupos sean impares, se decidirá por sorteo el que pasa a la siguiente fase de forma automática.
- En la primera fase resultarán ganadores los grupos que mayor puntuación hayan obtenido de entre todos los debates. En las siguientes, cada debate será eliminatorio.
- Los premios se entregarán inmediatamente después de concluir el debate final.
...Y no me queda más que deciros que estoy convencido de que una vez finalizada vuestra participación vamos a saber mucho más sobre si ha habido o no progreso moral. !Ánimo!.
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En esta última entrada os reproduzco un capítulo de un libro titulado "Luces en la ciudad democrática", su autor es Reyes Mate.

CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD
Jorge Luis Borges, en el relato Deutches Requiem, habla de un oficial nazi, Otto Dietrich zur Linde, que va a ser ejecutado a la mañana siguiente. Durante la vigilia, repasa su vida y no puede más que sentirse orgulloso de ella. Apostó por el nuevo hombre hitleriano y en ello puso todo su empeño. "El nazismo intrínsecamente, es un hecho moral, un despojarse del viejo hombre, que está viciado, para vestirse de nuevo", declara a modo de principio filosófico. Sólo descubre una mancha en su inmaculado expediente, mancha que no pasó de una tentación a la que afortunadamente supo resistir. Fue una noche cuando compareció ante él un anciano, poeta por más señas, que respiraba bondad por los cuatro costados. Se llamaba David Jerusalem. "Fui severo con él", confiesa, "no permití que me ablandara ni la compasión ni su gloria". Está evocando el momento de debilidad, cuando tuvo la tentación de perdonarle la vida. Esa fue la tentación que superó bravamente ordenando su destrucción. "Ignoro", se dice en este momento solemne, "si Jerusalem comprendió que si yo lo destruí, fue para destruir mi piedad. Ante mis ojos, no era un hombre, ni siquiera un judío; se había transformado en el símbolo de una detestada forma de mi alma. Yo agonicé con él, yo morí con él, yo de algún modo me he perdido con él; por eso, fui implacable".
Tenía que matar la compasión que empezaba a renacer en él. No se mata impúnemente. El crimen deshumaniza al criminal. Los nazis lo sabían bien, por eso sometían a sus cachorros a una "cura de in-humanidad" con el fin de despojarlos de todo rastro de humanidad y de hacerlos aptos para las tareas genocidas que se esperaba de ellos. Cuando Hitler expone el programa educativo que tiene que recorrer el "hombre nuevo" del nazismo, no tiene empacho en desvelar el precio que tendrán que pagar: "Estos", dice, "no volverán a ser libres para el resto de sus vidas". El crimen insensibiliza una parte de la humanidad del verdugo y de aquellos que lo jalean o se muestran indiferentes.
Para caracterizar el horror del proyecto nazi de exterminio, hasta entonces desconocido, los juristas tuvieron que inventar una nueva figura jurídica, la de "crimen contra la humanidad". Es una formulación muy severa si nos fijamos bien en ella porque ese crimen afecta a la humanidad en su sentido biológico, pero también en un sentido moral.
"Crimen contra la humanidad" significa, en efecto, genocidio, es decir, atentado contra la integridad física del género humano. El hitlerismo perseguía con el proyecto de exterminio del pueblo judío privar al frondoso árbol de la especie humana de una de sus ramas, la representada por el pueblo judío.
Pero "crimen contra la humanidad" también significa algo más: atentar contra la humanización del hombre. El ser humano ha hecho esfuerzos ingentes, a lo largo de eso que llamamos proceso civilizatorio, para liberarse de la animalidad en sus comportamientos. Eso que en nuestra cultura llamamos "política", "moral", "ciencia" o "estética" son la expresión humana de esa lucha por dar una base racional a la convivencia y por hacer la estancia en este mundo más feliz. Bueno, pues el "crimen contra la humanidad" también tiene en el punto de mira sabotear ese proceso como si molestara el tipo de hombre por el que la humanidad ha luchado. Sabemos que los líderes nazis escribían las palabras "hombre", "humanidad", "humano", así, entre comillas o corchetes, como si no se fiaran y quisieran someter esos términos sospechosos a vigilancia.
Alguien ha dicho que en los campos de exterminio no sólo murió el judío sino también el hombre, es decir, algo de la humanidad del hombre. En el relato de Borges se habla del asesinato de la compasión, pero no sólo en los verdugos, también en la mayor parte de los europeos que miraron con indiferencia lo que estaba ocurriendo. Nueve de cada diez europeos miraron hacia otro lado. Un superviviente del gheto de Varsovia llegó a escribir en sus memorias:"Indiferencia y crimen es lo mismo". Y los filósofos Adorno y Horkheimer apuntaron en la misma dirección:"La frialdad, ese principio de la subjetividad burguesa sin el que Auschwitz no hubiera sido posible". Otra pérdida que hay que constatar es la de la memoria. El pueblo judío es el pueblo de la memoria, de ahí que debamos sospechar de la humanidad ha perdido en el Holocausto su capacidad de recordar. Habrá que preguntarse si no nos pasa lo que al pueblo de Macondo en Cien años de soledad: que padecemos la peste del olvido y de ahí que nos cueste tanto recordar a las víctimas que produce la marcha triunfal de la historia.

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