miércoles, 10 de marzo de 2010

Hombres sin alma

Juan Manuel de Prada es escritor y periodista. Escribe en el suplemento dominical de ABC. Como le leo habitualmente puedo aseguraros que sé lo que opinaría de nuestro tema de debate. Afirmaría enérgicamente que estamos asistiendo a un retroceso moral muy grave. Os hago un resumen de este artículo de cuya fecha, aunque reciente, no me acuerdo.

"... parece evidente que la historia humana tiende a repetirse cíclicamente; no tanto en sus avatares concretos como en lo que podríamos denominar "el clima cultural" que los favorece. Sin embargo, existe un factor que distingue nuestra época de cualquier época anterior; un factor tan gigantesco que suele pasar desapercibido.
... nunca el tejido de los vínculos humanos (los vínculos de la tradición que facilitan la transmisión de afectos y conocimientos entre generaciones, los vínculos comunitarios, que nos protegen frente a agresiones externas)estuvieron tan deteriorados, y nunca existió un tejido de "hipervínculos" ideológicos y propagandísticos tan robusto y avasallador.
... En nuestra época, los hipervínculos actúan directamente sobre la conciencia, sin violencia ni imposición, como una lluvia menuda que todo lo impregna, mediante estrategias propagandísticas mucho más eficaces -mucho más avanzadas tecnológicamente- que la mera persecución policial. Para lograr tal violación incruenta de las conciencias se ha completado previamente la disolución de los vínculos humanos que nos protegían de agresiones externas: se ha anulado el sentimiento de pertenencia; se ha devastado ese tejido celular básico de la sociedad donde florecían las adhesiones fuertes y duraderas; se han exaltado las luchas entre sexos, los conflictos generacionales, los rifirrafes ideológicos, hasta dejar las conciencias a la intemperie, siempre con la coartada de una más exigente "búsqueda de libertad". Y como la necesidad de entablar vínculos es constitutiva de la naturaleza humana, esos hombres que han convertido la sociedad humana natural (llámese familia, clan o comunidad religiosa)en un campo de Agramante o torre de Babel, esos hombres a la greña necesitan encontrar un refugio que los proteja y les espante la zozobra, la sensación de soledad profunda e irremisible. Así, huyendo de la intemperie, entregan gozosos su conciencia a los hipervínculos establecidos desde el poder: comulgan con las ruedas de molino de la ideología triunfante, se adhieren fervorosamente a las consignas establecidas por la propaganda (que ya no perciben como imposiciones, sino como benéficas reglas de supervivencia), rinden en fin su alma desvinculada a la trituradora que los recibe con una sonrisa hospitalaria. Esta nueva forma de esclavitud -universal y gozosa- es el factor más significativo de nuestra época; y lo que la distingue de cualquier otra época pretérita.

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