domingo, 13 de diciembre de 2009

José Antonio Marina

JOSÉ ANTONIO MARINA

Es catedrático de Filosofía. Impartió docencia en un Instituto de Madrid. Actualmente se dedica a muy variadas actividades: escribir libros (muchos), dar conferencias (muchísimas), a crear una Universidad de Padres, a movilizar a todo un pueblo para que se implique en la educación, a cultivar hortalizas..
Me atrevería a asegurar que de todas las actividades citadas las que más le satisfacen son las tres últimas. Y no es porque sienta animadversión o desprecio por la teoría, es que una teoría, pensará, para ser buena teoría, ha de ser “práctica”; es decir, tiene que resolver los problemas.
Uno de esos problemas por el que siente más interés es el de la educación. Marina repite hasta la saciedad un dicho africano, “para educar a un niño hace falta toda una tribu”. Con ello quiere decir que la educación no es una tarea que sólo competa a los padres y profesores, sino a toda la sociedad: instituciones, profesionales, medios de comunicación, y a todo aquel que tenga algo que enseñar. De ahí procede ese interés por la implicación de los padres en la educación de sus hijos (la Universidad de Padres) y la implicación de todo un pueblo en la formación de los jóvenes.(que yo sepa en Alcalá de Guadaira, ignoro si la experiencia se está realizando en otros lugares).
Marina es una persona optimista. Está convencido de que los problemas pueden solucionarse. Es cuestión de ponerse a ello con perseverancia. También es optimista en su visión de la historia. Ésta, no es sólo la narración de las guerras y otros conflictos violentos, sino también la conquista lenta, dolorosa a veces, de formas de vida más humanas.
En una entrada anterior os hice referencia a un libro de J. A. Marina, La lucha por la dignidad, escrito en colaboración con una jurista, María de la Válgoma.Hoy reproduzco unas líneas de ese libro que vienen precedidas del siguiente título:

!AY, EL PROGRESO!
… ¿Cómo se va a hablar de progreso si el siglo XX ha sido el más cruel de la historia? ¿Ha habido realmente un progreso moral?...
… Vamos a señalar tres criterios para afirmar que una situación, una institución o un modo de vida constituye un progreso:
1)Cuando satisface más plenamente que otra las aspiraciones justificables de todos los seres humanos, por ejemplo, sus deseos de autonomía, de seguridad, de libertad.
2)Cuando ningún ciudadano que la haya experimentado y esté libre de miedo o de superstición desearía perderla. Cuando la gente está atemorizada, prefiere no ser libre. Busca a cualquier precio la seguridad que le proporciona un líder o una creencia firme.
3)Cuando su negación o pérdida conduce al terror. La negación de las garantías procesales en los países bajo dictadura es un buen ejemplo.
Vamos a señalar algunas líneas de progreso que nos parecen innegables:
Primera: Es un progreso conseguir una situación económica y técnica que asegure la supervivencia de una población, poniéndola a salvo de hambrunas, epidemias y plagas.
Segunda: Es un progreso el paso de la esclavitud a la abolición de la esclavitud.
Tercera: Es un progreso el paso de la responsabilidad objetiva a la responsabilidad personal, consciente y voluntaria. (¿Quién querría ser castigado por una falta cometida por un vecino o un antepasado?).
Cuarta: Es un progreso el paso de un régimen de estatus a un régimen de contrato.
Quinta: Es un progreso el paso de la indefensión jurídica a las garantías procesales.
Sexta: Es un progreso el paso de la tiranía a la democracia.
Séptima: Es un progreso el paso de la compasión y el respeto limitado al grupo a una compasión y respeto universal.
Octava: Es un progreso el paso de la magia a la ciencia y el paso de la creencia coaccionada a la libertad de conciencia.

Marina, J. A., La dignidad humana. Madrid, 2000, págs. 312-314.


NOTA: No me he olvidado de que tengo pendiente la segunda parte de la anterior entrada.

martes, 8 de diciembre de 2009

LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA: UN EJEMPLO DE PROGRESO MORAL

LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA. UN EJEMPLO DE PROGRESO MORAL

Es probable que el título de esta nueva entrada le sorprenda a algún despistado. ¿Qué tiene que ver la moral o la ética con la política?, se preguntará. No olvidéis que mi intención con este artículo, al igual que con todo lo que introduzco en el blog no es sino ayudaros a que realicéis un buen debate y no a complicar un tema ya de por sí bastante complejo.

Se suele tener una opinión equivocada de lo que es la política. Algo así como aquello a lo que se dedican los políticos, entendiendo por tales unos profesionales que se ocupan de las leyes, de aprobarlas o rechazarlas (Parlamento) o hacerlas cumplir (Gobierno). La percepción que los ciudadanos tienen de estos profesionales ya sabemos que es pésima. Hoy los políticos son sospechosos de corrupción y de ambición desmedida de poder.Se lo están ganando a pulso.

Repasemos lo estudiado en clase. El término “político” procede de la palabra griega “polis” que significa “ciudad”. Así pues, etimológicamente hablando, político es el que vive en la ciudad, el ciudadano. En una democracia, en tanto que este régimen político se asienta en la participación de los ciudadanos , el significado etimológico de político = ciudadano es, además, real. Así pues, todos somos políticos.

En la clase de EPC, en el texto de J.A. Marina hemos leído que la política es “el arte y la ciencia de organizar la convivencia social. Pretende alcanzar el bien común mediante las leyes y las instituciones...” Concreta, más adelante, que uno de los objetivos de la ética es alcanzar la felicidad política, entendiendo por tal “... una situación en la que desearíamos vivir siempre, porque nos ayuda, nos protege, nos permite llevar a cabo nuestro proyecto personal de felicidad (que es el otro objetivo de la ética)”. El gran proyecto ético de la humanidad es construir la casa común que presidida por la justicia nos permita ser felices y vivir con dignidad.

Esta larga introducción la creía necesaria para que vierais la conexión entre la ética y la política. Ciertamente no todos coinciden con esta opinión y hay quien afirma (desde Maquiavelo hasta el momento presente) que ética y política son ámbitos distintos porque tienen objetivos distintos. No es el momento de entrar en esta disputa. Ya es hora de explicar el título de este artículo.

El 6 de diciembre de 1978 es aprobada en referéndum la actual Constitución Española por el 87,87% de la población. Fue la culminación de un largo proceso que tuvo dos fases. La primera, que se inicia con la muerte de Franco (1975) dedicada a desmantelar las instituciones franquistas (J. Pérez Royo, en su manual de Curso de Derecho Constitucional, titula esta fase como “ voladura controlada del régimen franquista”). La segunda fase es aquella en la que se van tomando medidas en la dirección de un régimen democrático. Un momento imprescindible de esta etapa será la creación de una Ponencia encargada de elaborar el Anteproyecto de la constitución.

La Ponencia estaba integrada por representantes de diferentes partidos políticos: de centro, de derechas, de izquierdas y nacionalistas. Algunos habían formado parte del régimen de Franco, otros habían militado en la oposición al régimen. Uno de estos ponentes, Jordi Solé Tura, ha muerto hace unos días. Representaba al partido comunista. Reproduzco algunas opiniones de otros ponentes que leí en El País del sábado 5 de diciembre.

“Su hombría de bien, su sencillez, su tolerancia, su respeto a todas las posiciones le hicieron siempre acreedor a la consideración de todos. Era una persona buena, inteligente. Nunca olvidaremos sus amigos y compañeros su gran aportación al desarrollo democrático de su país” (Gregorio Peces Barba, ponente de la Constitución por el PSOE).

“La memoria de un hombre de indudable valor intelectual, capaz de apreciar aquello mismo con lo que discrepaba... Un hombre sencillo... tolerante cuyo radicalismo ideológico no le llevaba jamás a enfrentamientos y descalificaciones... Aportó a tales tareas (democráticas) el caudal de su innegable legitimidad como oposición, las amargas experiencias de la derrota y del exilio...”

“Quienes vivimos aquella experiencia histórica (se refiere a las múltiples reuniones que tuvieron para elaborar el Anteproyecto de la Constitución) … no podemos ni queremos dejar de recordarla
como tarea común. Tan común que todos la terminamos más amigos que al iniciarla” (Miguel Herrero de Miñón, ponente de la Constitución por UCD)

“Militante de la resistencia antifranquista conoció el exilio, la cárcel, la expulsión de la Universidad y toda una larga serie de incidentes en su camino vital que le hubiera permitido instalarse en el más agrio y justificado de los resentimientos” (Miquel Roca, ponente de la Constitución por CIU).

Quisiera destacar de lo que dicen quienes fueron sus oponentes políticos lo siguiente: Todas las opiniones coinciden en afirmar que Jordi Solé Tura fue un hombre tolerante. La tolerancia es un valor sin el cual sería imposible la democracia. Además, quiero resaltar una cualidad que, aunque no expresa sí está implícitamente en las opiniones reproducidas, su enorme generosidad. Y ello teniendo en cuenta que, como dice Miquel Roca haciendo referencia a su trayectoria vital “... le hubiera permitido instalarse en el más agrio y justificado de los resentimientos”.

La generosidad fue una virtud común a todos los ponentes, los de un lado y de otro. Sólo así fue posible construir la casa común que ampare a todos los españoles. No olvidar las palabras de Herrero de Miñón: “...todos la terminamos más amigos que al iniciarla”

NOTA. Me está saliendo más extenso de lo previsto. Completaré esta entrada en una segunda parte.
Saludos.