miércoles, 25 de febrero de 2009

Navegando por la red

No recuerdo cómo dí con esta página web. Las cosas que dice parecen sensatas.Me ha llamado la atención las opiniones vertidas en los comentarios. Una tal Raquel afirma "estamos programadas para ser superiores" (?) Y la que firma como tsuxtine:
!la verdad es que sigo sin explicarme cómo no dominamos el mundo! (los signos de interrogación y de admiración son míos)
Tengo la impresión de que algunas mujeres quieren reproducir el pasado: el dominio de un miembro sobre el otro,... pero al revés.



Mutando a Rubia

domingo 28 de enero de 2007
Los hombres son de marte, las mujeres de venus



Esta mañana he leído un artículo sobre las diferencias entre el cerebro del hombre y la mujer. Lo que me sorprendió no es que encontrasen diferencias, no voy a entrar en obviedades sobre si somos iguales o no, a la vista está que los hombres y las mujeres somos diferentes. Lo que atrajo mi atención y consiguió despertarme y que me sentase hasta mal el desayuno fue comprobar que "científicos", hombres a los que considero cultos y que han invertido muchos años al estudio de las ciencias y a la investigación, sostengan teorías que dicen que la causa de que haya más hombres que mujeres en puestos científicos de primera fila se debe más a una menor aptitud innata femenina que a la discriminación. Explíquenme eso, por favor. Porque supongo que que las mujeres tengan acceso a estudios universitarios desde hace relativamente poco, en comparación con los hombres, supongo que eso no influye. Los puestos de primera fila que se refiere este hombre son los dinosaurios de la ciencia. Denles unos años a todas las chicas que están arrasando ahora en la universidad y se llevan todas las becas de doctorado.

Un estudio que publicó Science demostraba que los resultados en matemáticas de 220 mujeres empeoraban si se les recordaba que las mujeres eran peores en matemáticas. Esto no quiere decir que las mujeres seamos mejores que los hombre y si somos peores es porque los hombres se encargan de minar nuestra moral hasta que consiguen que seamos peores. Pero citando al autor del artículo "si creo que mis genes determinan mi peso, ¿me esforzaré por mantener mi dieta y hacer ejercicio?"

Estoy harta de escuchar que las mujeres somos peores en matemáticas y que lo que se nos da bien son las humanidades. NO, NO y NO. Yo estudio una carrera tradicionalmente de hombres y no soy brillante (como la mayoría de mis compañeros), pero en ningún momento he sentido que mis capacidades fuesen menos que las de cualquiera de ellos y estoy harta de oír lo contrario. Nunca he visto que hiciesen exámenes para chicos y exámenes para chicas. Han cambiando muchas cosas pero he oído muchas veces que las mujeres somos peores ingenieras. Y no en gente mayor precisamente, lo cual hasta podría excusar porque han recibido otra educación. Si no en gente de mi edad. Y sinceramente, estoy harta de sentir que tengo que demostrar algo. Estoy harta de tener que defenderme por algo que no he elegido y sentirme menospreciada por ello.

Cuando un hombre se equivoca, se equivoca él solo, pero cuando lo hace una mujer todas caemos con ella. Y si no, cuando hay un accidente de tráfico o alguien no consigue aparcar bien el coche y resulta que es mujer es automático meternos a todas en el saco. Pues mira, resulta que esa mujer incapaz de aparcar probablente ni siquiera se sacase el carnet en la misma autoescuela que yo, no la he visto en mi vida ni creo que la vuelva a ver, no tenemos nada en común salvo el hecho de ser mujer ¿por qué demonios tengo que defenderla? ¿Por qué demonios tengo que demostrar cada vez que cojo el coche que las mujeres somos perfectamente capaces de conducir sin tener ningún accidente? Es agotador. Aunque sería peor ser mujer y encima guapa porque entonces tienes doble trabajo, aunque no soy ninguna experta en eso.

¿Hasta cuando vamos a centrarnos en las cosas que nos separan cuando son muchas más las que nos unen?

Yo solo puedo dar un punto de vista. Y es cierto que a parte de comentarios desafortunados nunca he vivido ningún tipo de discriminación ni positiva ni negativa. También soy consciente de que puestos a ser mujer, prefiero ser mala ingeniera aquí que no tener siquiera la posibilidad de serlo. Pero todavía queda mucho camino por recorrer hasta la igualdad. No quiero entrar en debates absurdos sobre si las mujeres son mejor que los hombres, ni encender la llama de la discordia. Yo defiendo la igualdad. Solo daba mi opinión, y en mi opinión los límites de una persona no vienen impuestos por el sexo si no por la propia persona, cualquiera puede conseguir sus metas si es capaz de esforzarse por ellas independientemente de que sea hombre o mujer.



Publicado por txustine a las 23:03



4 comentarios:
Raquel dijo...
La igualdad de derechos, supongo, mi querida Txustine, porque por lo demás, genéticamente estamos programadas para ser superiores a ellos en todo salvo en fuerza bruta. Somos más listas, más fuertes, más capaces...

30 de enero de 2007 11:40
txustine dijo...
la verdad es que sigo sin explicarme por qué no dominamos el mundo

30 de enero de 2007 13:13
Anónimo dijo...
Creo, sinceramente, que porque no nos interesa...
Me ha encantado tu blog,gracias!
Kristinka

19 de septiembre de 2007 21:38
txustine dijo...
gracias por comentar kristinka, que alegria y susto al ver un comentario nuevo en una entrada antigua ^_^

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La lucha por la dignidad

"La lucha por la dignidad" es el título de un libro de José Antonio Marina, escrito en colaboración con una jurista llamada María de la Válgoma. Cuentan el proceso histórico que nos ha llevado a disfrutar hoy de los derechos que tenemos. Sin embargo, la dignidad humana, por ahora, es sólo lucha por la dignidad, hay que colocarla más en el futuro que en el presente.

El capítulo VII está dedicado a "la lucha por la igualdad de la mujer". Aunque os pueda parecer largo el resumen, he tenido que prescindir de muchos datos interesantes. Por ello lo mejor que podríais hacer es leer el libro.


[…] Todos Salimos del vientre materno desnudos e iguales. Bueno, desnudos, sí; pero no iguales. Unos nacen hombres y otras mujeres. Nos interesa ver el tránsito de una diferencia real a una discriminación injusta.

[…] A pesar del intento de ciertos antropólogos para documentar un periodo matriarcal, los datos nos indican que la desigualdad social, económica y jurídica de la mujer es un dato casi universal. En la sociedad patriarcal su puesto está junto a los hijos, los esclavos, el ganado y otras propiedades del padre.

[…] Hasta 1975, el Código Civil español equiparaba la mujer casada a los niños, a los locos o dementes y a los sordomudos que no supieran leer ni escribir, por lo que se la prohibía contratar (art. 1263)… la mujer tenía la obligación legalmente impuesta de obedecer al marido. El artículo 57 del Código Civil dice textualmente: “El marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido”.
Hasta 1975, sin licencia del marido no podía trabajar, ni abrir cuentas en un banco, ni obtener el pasaporte, ni el carnet de conducir. Si contraía matrimonio con un extranjero perdía la nacionalidad, y era considerada extranjera a todos los efectos…

En este afán por considerar incapaz a la mujer, hasta 1975 la mujer no tenía patria potestad sobre sus hijos. Pese a que la mayoría de edad se alcanzaba entonces a los 21 años, la mujer no podía abandonar la casa de sus padres hasta los 25. “salvo cuando sea para contraer matrimonio o para ingresar en un Instituto aprobado por la iglesia” (art. 321).[…]

Las luchas reivindicativas tienen que enfrentarse a intereses y a mitos legitimadores con los que aquellos pretenden adecentarse... En la discriminación de la mujer, funcionaron dos mitos legitimadores. Primero: La mujer es peligrosa. Segundo: La mujer es mentalmente inferior. Ambos recomendaban el mismo remedio: controlarlas, tutelarlas, atarlas en corro.

La documentación es tan conocida, que sólo mencionamos algunas perlas. En numerosos mitos griegos las mujeres aparecen como destructoras: las parcas cortaban el hilo de la vida; las amazonas eran unas crueles guerreras; las erinias, espantosas, locas y vengativas resultaban tan temibles que los griegos no se atrevían a pronunciar su nombre. En el origen de todos los males situaban a una figura femenina: Pandora. Pero hay más. Explicaban la aparición de la mujer como un castigo de Zeus a la arrogancia de Prometeo. Prometeo robó el fuego a los dioses y, en revancha, Zeus envía a la mujer como guardiana del fuego y tormento del transgresor. La figura de Eva en la tradición judeocristiana cumple el mismo papel.

[…] Una turba de escritores medievales afirmaban el carácter impuro de la sangre menstrual, citando con frecuencia La historia natural de Plinio. Prefiriendo copiar un libro a mirar la realidad, estos adoradores de lo escrito afirmaron con todo convencimiento que esa sangre cargada de maleficios impedía la germinación de las plantas, hacía morir la vegetación, provocaba el orín en el hierro y la rabia en los perros…

[…] En la Edad Media los penitenciales católicos prohibieron que la mujer que tuviera la regla comulgase, incluso que entrara en la iglesia. Se les prohibía también que ayudaran a misa, tocaran los vasos sagrados o accedieran a las funciones rituales…

El segundo mito legitimador fue la debilidad mental de la mujer. La imbecilitas de su naturaleza, que exige mantenerla bajo tutela. Tomás de Aquino resume una tradición de siglos al escribir:

La mujer necesita del varón no sólo para engendrar, como ocurre con los demás animales, sino incluso para gobernarse: porque el varón es más perfecto por su razón y más fuerte en virtud.

En 1330, el franciscano Álvaro Pelayo, de origen español, redacta a petición de Juan XXII un tratado en el que expone “los ciento dos vicios y fechorías de la mujer”. Al menos no eran infinitos. El más grave es su infantilismo. La mujer es crédula, se deja llevar por sus apetencias, es tan voluble como un niño, por eso no puede tener autonomía y debe estar siempre bajo la tutela del hombre. Frente a la racionalidad del varón, ella es un hervidero emocional. Los transmisores de esta idea fueron legión y de muy distintos pelajes. En nuestra cultura han tenido un triste protagonismo las iglesias cristianas. San Bernardino de Siena aconseja a los maridos que obliguen a sus mujeres a fregar diez veces los mismos platos: “mientras las mantengas activas no se quedarán asomadas a la ventana, y no se les pasará por la cabeza unas veces unas cosas y otras otra” […]
....................................................

Hay que elegir o lucha por la identidad o lucha contra la discriminación. La lucha por la identidad tiene que apelar a mecanismos de afirmación y de exclusión. Decir: tengo derecho a ser mujer, negro, gay, nacionalista, no nacionalista, es una postura de combate, más que una fórmula ética o jurídica. En muchas ciudades europeas se celebra “el día del orgullo gay”. Se trata de una manifestación de protesta contra una actitud social de rechazo. No es en el fondo una reclamación de un derecho a la diferencia, sino una reclamación del derecho a no ser discriminado por una diferencia. Cuando desaparezca el rechazo, esas manifestaciones de afirmación desaparecerán también. Entonces será tan extemporáneo hacer una manifestación del orgullo gay como hacer una manifestación del orgullo heterosexual.

La lucha por la no discriminación es más universal y está mejor fundada que la reivindicación de la diferencia. Lo importante es defender que no se puede privar a nadie de sus derechos personales por razones no legítimas. Los derechos fundamentales se poseen por participar de la naturaleza humana. Ésta es la gran percha, el gancho trascendental, del que dependen los derechos a la diferencia. No al revés. Las otras alternativas son peligrosas. Si se poseen derechos por poseer un rasgo no universal –el sexo, el color, la raza, la clase, la religión- estamos sometidos irremediablemente al dominio de la fuerza. Siempre es la fuerza la que impone la discriminación injusta.[…]

Postdata: Cuando ya está redactado el capítulo recibimos el Estado de la población mundial, publicado por el Fondo de población de Naciones Unidas, en el que se denuncia que una de cada tres mujeres sufre malos tratos o abusos sexuales. Según el Banco Mundial, en los países industrializados, las mujeres de quince a cuarenta y cuatro años pierden el 20% de su vida laboral como resultado de la violencia sexual. La injusticia continúa.












lunes, 23 de febrero de 2009

¿Qué opinas?

El laberinto sentimental

Estimados alumnos: El brevísimo resumen que hoy os propongo está sacado del libro "El laberinto sentimental" de José Antonio Marina. Este filósofo es el autor de los libros de textos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato que tenemos en el Centro. Un magnífico filósofo.
Lo que quiere destacar el autor del libro está muy claro: la importancia de la educación en la formación del ser humano. Dependiendo de cómo nos socialicemos así será nuestro carácter. Esto vale tanto para explicar el grado de agresividad que manifiestan los individuos pertenecientes a una determinada sociedad (aunque no sólo) , como para "moldear" el carácter masculino y femenino.


“Sexo y temperamento” no es lo que el título sugiere . Es un bello libro de antropología con el que Margaret Mead quiso responder a una pregunta: ¿Lo que llamamos feminidad y masculinidad son caracteres biológicos o productos culturales? Para averiguarlo se fue, ni corta ni perezosa a estudiar tres tribus de Nueva Guinea: los arapesh, los mundugumor y los tchambuli. A pesar de vivir relativamente cerca, a menos de doscientos kilómetros, las diferencias son sorprendentes.

Los arapesh son un pueblo cooperador y amistoso que carece de organización política… Trabajan juntos, todos para todos… El beneficio propio parece detestable… Para los arapesh el mundo es un jardín que hay que cultivar… Los niños son el centro de atención. La educación entera es educación sentimental. No hace falta que el niño aprenda cosas, pues lo importante es suscitar en él un sentimiento de confianza y seguridad. Hacerle bondadoso y plácido eso es lo importante…

A ciento sesenta kilómetros de los arapesh viven los mundugumor, que han creado una cultura áspera, incómoda, malhumorada. Todo parece fastidiarles, lo que no es de extrañar porque su organización fomenta un estado de cabreo perpetuo. Habitualmente sólo las mujeres se reúnen, mientras que los hombres se observan de lejos con desconfianza. Los niños son educados para sentirse incómodos ante los mayores… Las uniones sexuales son rápidas y violentas. El carácter ideal es común para ambos sexos pues se espera que tanto hombres como mujeres sean agresivos, celosos y estén siempre en perpetua competencia, dispuestos a vengar cualquier insulto. En fin, que parecen occidentales.

Margaret Mead visitó un tercer pueblo, los tchambuli. De nuevo cambia el paisaje sentimental. Hay una inversión de los papeles sociales. Las mujeres se ocupan de las cuestiones económicas, pescan, tejen, comercian, administran el dinero, mientras los hombres viven para el arte y el espectáculo. Las mujeres los tratan con amabilidad, tolerancia y aprecio… Como son las dueñas del dinero obsequian y regalan a sus maridos, a cambio de languidecientes miradas y suaves palabras… El interior de una casa tchambuli muestra a ojos vistas su organización social. Las mujeres firmemente instaladas en el centro de la habitación, mientras que los hombres se sitúan junto a las paredes, cerca de las puertas, con un pie en la escalera, sintiéndose poco queridos, apenas tolerados, y dispuestos siempre a refugiarse en la casa de los hombres, donde preparan su propia comida, recogen su leña, viven como solteros en un estado de mutua desconfianza y de común incomodidad.

miércoles, 18 de febrero de 2009

!Ánimo, ya queda menos!

Estimados alumnos:
En esta ocasión, me pongo en contacto con vosotros para saber cómo os va.
Antes de que mi compañero Samuel me pusiera el contador de vivistas ignoraba si alguien leía lo que estaba escribiendo. Sin embargo, no sé si os está sirviendo de ayuda. Por ello, os agradecería que, a través de este blog, me manifestáseis vuestra opinión. Por ejemplo, si desearíais otro tipo de información o que os indicara distintas formas de presentar el debate, cómo se podría matizar el "sí" o el "no" a la pregunta del debate, etc.
Espero vuestra participación. Un saludo.
Conrado Herrero

lunes, 16 de febrero de 2009

8. Un alto en el camino

Creo que ha llegado el momento de hacer un resumen de lo que, hasta ahora, se ha escrito en este blog.

En el primer documento, aclaraba cuál es el objeto del debate, cuyo título es ¿Somos iguales los hombres y las mujeres? Hubiera sido más claro plantearlo de la siguiente forma: ¿somos iguales los hombres y las mujeres o somos diferentes? Como un grupo tiene que defender el “sí” y el otro el “no”, lo dejamos tal como hasta ahora lo hemos venido planteando. Lo importante aquí es la distinción entre lo que serían diferencias naturales y diferencias culturales. (Os recomiendo si alguien no lo tiene claro que lea este primer documento).

El breve texto de J. S. Mill (documento nº 2) , echa la culpa de la “inferioridad” de la mujer a la falta de libertad para autodirigirse. Si la mujer –dice Mill- hubiera gozado de la misma libertad que el varón, “… no habría ninguna diferencia importante, o incluso ninguna diferencia en absoluto en su carácter y aptitudes”

El documento 3 (Kant), por el contrario, pone el énfasis en las diferencias entre el hombre y la mujer. Deja bien claro que, a su juicio, estas diferencias no son culturales sino naturales. Precisamente, la educación ha de tener en cuenta estas diferencias para que cada sexo reciba lo que sus respectivas naturalezas demandan. Las cualidades propias son la inteligencia , lo profundo, la seriedad, lo sublime, en el varón; y el gusto , la ternura, la delicadeza, lo bello, en la mujer. Esta oposición es la causa de la atracción entre los sexos y tiene como finalidad formar “una persona moral única”.

Montserrat Roig (el documento que debiera tener el nº 4) critica a una buena parte de los científicos por verter sobre sus investigaciones sus prejuicios machistas. De una u otra manera, llegaron a la conclusión de la inferioridad intelectual de la mujer con respecto al varón. En ellas, decían algunos, domina el sentimiento frente a la razón. No todos los científicos han pensado de igual manera. Para este grupo, lo único diferente en nosotros es la fisiología. Cita los trabajos de la famosa antropóloga Margaret Mead que descubrió que en otras culturas las mujeres tenían un comportamiento similar al del hombre occidental.

“También cambian los hombres” (documento 5) es el título que puse a un artículo (que, por cierto está, en parte, repetido) de un diario de Tucumán. En él se describe a un nuevo hombre: cuida de los niños y comparte las tareas del hogar, manifiesta sus sentimientos, llora, cuida de su salud, acude al gimnasio, usa productos de belleza y se anima a ir al quirófano para mejorar su estética.

Una feminista (Mariví González) no está de acuerdo con que escribiera que de igual manera que la mujer se ha ido masculinizando, el hombre se ha ido feminizando. Con ello quiero decir que los roles masculino y femenino se han ido acercando, no sólo en las tareas del hogar o profesionales , sino en la conductas y la expresión de los sentimientos.

“Guapas, cariñosas…” (documento 6) . Si en el documento anterior hablábamos de un nuevo hombre, aquí parce que se retrocede al hombre tradicional. Un hombre que estaría asustado ante una nueva mujer competitiva, independiente, exigente, segura de sí misma… (¿os dais cuenta de que estos rasgos formaban parte del rol hombre?) Y algunos hombres, “¿añorantes de los viejos buenos tiempos del dominio total? (se pregunta el autor del artículo) lo que quieren son mujeres sumisas y complacientes de otras culturas.

Del último documento, hasta ahora, lo que resaltaría es la afirmación de que somos andróginos (¡qué mal suena!), lo que la autora presenta como un ideal : la posibilidad de alcanzar las dos partes de la propia personalidad, masculina y femenina. Sin embargo, Friedan afirma su convicción de que hombres y mujeres somos diferentes.

viernes, 13 de febrero de 2009

Entrevista a Betty Friedam

(“El País”, 9 de septiembre de 1994)

Os reproduzco una parte de una entrevista , realizada a Betty Friedam que fue una figura central del movimiento feminista estadounidense. Tenía, entonces, 72 años. Y a Elisabeth Badinter, escritora e intelectual francesa.

Pregunta: ¿Deberían las mujeres resaltar sus diferencias con los hombres o sus similitudes?

E. B. La cuestión no es que las mujeres imiten a los hombres sino que compartan la vida familiar y laboral con ellos. Mi generación dio el primer paso. Finalmente, somos capaces de expresarnos de forma viril. Durante mucho tiempo, las mujeres no fueron capaces de hablar así. Era imposible conseguir algo sin esa faceta de la lucha. La generación de mi hija, mujeres de menos de 30 años, está comenzando a recuperar su feminidad sin abandonar el privilegio de demostrar su virilidad […] Hay dos tipos de feminismo: un feminismo diferenciador , y otro universalista que cree que las similitudes entre los sexos son mucho más importantes que sus diferencias. ¿A cuál pertenece usted?

B. F. Yo estoy por la igualdad, no porque las mujeres estén al servicio de los hombres. Pero, por otra parte, creo que no puede haber igualdad real sin reconocer ciertas diferencias. Las mujeres deben ser capaces tanto de expresar su agresividad como su ternura y de alimentar su faceta femenina […] Creo que estamos entrando en una etapa igualitaria que exige una visión más compleja de las personalidades masculina y femenina.

Pregunta: ¿Creen que vamos a entrar en un siglo XXI en el que los valores femeninos serán preeminentes?

E. B. No tanto para los hombres como para las mujeres, el siglo próximo se concentrará en alcanzar la androginia, esto es, la posibilidad de expresar las dos partes de la propia personalidad. Creo, como Freud y otros , que el ser humano es psíquicamente bisexual, masculino femenino. Según las circunstancias de la vida, pones en funcionamiento tu feminidad (en la maternidad o en las relaciones sociales) o tu masculinidad (cuando ejerces el poder). No será un siglo femenino.

B. F. Estoy de acuerdo, aunque no me guste la palabra androginia, que suena tan asexuada.
Estamos avanzando hacia una afirmación maravillosamente diversa de fuerza y vulnerabilidades, y de diferencias y similitudes de hombres y mujeres. Es una liberación maravillosa tanto para los hombres como para las mujeres. Nunca he creído que deba existir una contradicción entre feminismo y feminidad. Los expertos masculinos no me pueden decir qué es la feminidad. La feminidad es lo que yo soy y todo lo que yo soy. También los hombres necesitan liberarse de la máscara de hierro del machismo quizá más aún que las mujeres porque no pueden vivir así en nuestros tiempos. Los hombres han sido educados de acuerdo con la definición machista de la dominación masculina, la supresión de los sentimientos, sus resultados en la carrera de la competitividad, y su habilidad para evitar someterse.

Pregunta: Me pregunto si avanzamos hacia una era en la que habrá cooperación entre hombres y mujeres o, al revés, enfrentamiento.Entrevista a Betty Friedam
(“El País”, 9 de septiembre de 1994)
Os reproduzco una parte de una entrevista , realizada a Betty Friedam que fue una figura central del movimiento feminista estadounidense. Tenía, entonces, 72 años. Y a Elisabeth Badinter, escritora e intelectual francesa.
Pregunta: ¿Deberían las mujeres resaltar sus diferencias con los hombres o sus similitudes?
E. B. La cuestión no es que las mujeres imiten a los hombres sino que compartan la vida familiar y laboral con ellos. Mi generación dio el primer paso. Finalmente, somos capaces de expresarnos de forma viril. Durante mucho tiempo, las mujeres no fueron capaces de hablar así. Era imposible conseguir algo sin esa faceta de la lucha. La generación de mi hija, mujeres de menos de 30 años, está comenzando a recuperar su feminidad sin abandonar el privilegio de demostrar su virilidad […] Hay dos tipos de feminismo: un feminismo diferenciador , y otro universalista que cree que las similitudes entre los sexos son mucho más importantes que sus diferencias. ¿A cuál pertenece usted?
B. F. Yo estoy por la igualdad, no porque las mujeres estén al servicio de los hombres. Pero, por otra parte, creo que no puede haber igualdad real sin reconocer ciertas diferencias. Las mujeres deben ser capaces tanto de expresar su agresividad como su ternura y de alimentar su faceta femenina […] Creo que estamos entrando en una etapa igualitaria que exige una visión más compleja de las personalidades masculina y femenina.
Pregunta: ¿Creen que vamos a entrar en un siglo XXI en el que los valores femeninos serán preeminentes?
E. B. No tanto para los hombres como para las mujeres, el siglo próximo se concentrará en alcanzar la androginia, esto es, la posibilidad de expresar las dos partes de la propia personalidad. Creo, como Freud y otros , que el ser humano es psíquicamente bisexual, masculino femenino. Según las circunstancias de la vida, pones en funcionamiento tu feminidad (en la maternidad o en las relaciones sociales) o tu masculinidad (cuando ejerces el poder). No será un siglo femenino.
B. F. Estoy de acuerdo, aunque no me guste la palabra androginia, que suena tan asexuada. Estamos avanzando hacia una afirmación maravillosamente diversa de fuerza y vulnerabilidades, y de diferencias y similitudes de hombres y mujeres. Es una liberación maravillosa tanto para los hombres como para las mujeres. Nunca he creído que deba existir una contradicción entre feminismo y feminidad. Los expertos masculinos no me pueden decir qué es la feminidad. La feminidad es lo que yo soy y todo lo que yo soy. También los hombres necesitan liberarse de la máscara de hierro del machismo quizá más aún que las mujeres porque no pueden vivir así en nuestros tiempos. Los hombres han sido educados de acuerdo con la definición machista de la dominación masculina, la supresión de los sentimientos, sus resultados en la carrera de la competitividad, y su habilidad para evitar someterse.
Pregunta: Me pregunto si avanzamos hacia una era en la que habrá cooperación entre hombres y mujeres o, al revés, enfrentamiento.
B. F. La próxima etapa no es de mujeres contra hombres. Tenemos que movernos hacia una visión más amplia del bien común, superando las definiciones restringidas de la cultura de la ambición, de los beneficios, del éxito, de una juventud obsesionada por la sexualidad.[…]
E. B. A la larga, soy optimista. Las mujeres nunca renunciarán a lo que les ha costado 30 años conseguir. Todo el problema reside en convencer a los hombres para que sigan avanzando por el sendero de la igualdad sin romper las negociaciones. Nuestra sociedad, finalmente, aceptará que el hombre el igual a la mujer, en la familia y en el lugar de trabajo.

B. F. La próxima etapa no es de mujeres contra hombres. Tenemos que movernos hacia una visión más amplia del bien común, superando las definiciones restringidas de la cultura de la ambición, de los beneficios, del éxito, de una juventud obsesionada por la sexualidad.[…]
E. B. A la larga, soy optimista. Las mujeres nunca renunciarán a lo que les ha costado 30 años conseguir. Todo el problema reside en convencer a los hombres para que sigan avanzando por el sendero de la igualdad sin romper las negociaciones. Nuestra sociedad, finalmente, aceptará que el hombre el igual a la mujer, en la familia y en el lugar de trabajo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Guapas,cariñosas y poco exigentes

(Éste es el título de un artículo firmado por José Manuel Blanco, escrito en “El País”, con fecha de 29 de Septiembre de 1994)

Iniciaba este blog señalando la desorientación que la nueva mujer estaba provocando en los hombres. En este artículo el autor pone de manifiesto que los hombres norteamericanos (¿y los europeos?) sienten miedo ante una mujer independiente, competitiva, segura de sí misma… y buscan mujeres sumisas y complacientes, pertenecientes a otras culturas.

“Calvin es un norteamericano [… ] que ya ha cumplido los treinta años [… ]Ha tenido varias novias, pero todas las historias han terminado mal [… ] Sigue buscando hasta que da con una oferta sorprendente: una agencia de contactos diferente a las habituales.

La agencia ofrece rusas –guapas, cariñosas, poco exigentes- dispuestas a casarse con norteamericanos… Casos tan reales como éste son relativamente frecuentes en EEUU y obligan a plantearse la pregunta de si los norteamericanos de 30 a 45 años se sienten a disgusto con las mujeres de su generación , o si tienen, sencillamente, miedo de ellas y prefieren buscar en culturas más tradicionales antes de comprometerse con personas que han alcanzado niveles importantes de igualdad e independencia. “El nuevo papel de las mujeres confunde a los hombres, y la competencia con ellas les da miedo en muchas ocasiones”, cree Elisabeth Tobias, una ejecutiva de 35 años dedicada a la mecadotecnia en una empresa de San Luis.

Una abundante literatura feminista ya ha teorizado el resentimiento del hombre por las conquistas profesionales y sociales de las mujeres, resentimiento que se expresa a la perfección en frases como ésta: “Las mujeres de éxito están casadas con sus carreras. Muchos hombres creen que no están recibiendo atención por parte de las mujeres”. Warren Farrell, el hombre que se lamenta de esta forma, es un feminista, de primera hora luego arrepentido, pionero de los movimientos masculinos de liberación y el autor del libro Por qué los hombres son como son. Farrell sufrió en sus carnes lo que denuncia: su ex mujer, una alta ejecutiva de IBM, le abandonó para casarse con otro directivo de la empresa.

[…]Los cambios ya consolidados del papel de la mujer en la sociedad y la reacción de los hombres ante esos cambios -desde el antifeminismo más o menos encubierto hasta la pasividad y la huida del compromiso- suponen serios problemas de relación personal: “Muchas mujeres sienten como un fracaso su vida afectiva, están muy insatisfechas con las relaciones que mantienen con sus parejas. Solteras o casadas , se quejan de lo mismo: muy deficientes relaciones afectivas”, dice Asunción Sanz […]

La generación de hombres a partir de los 30 años, según la periodista y escritora Bárbara Ehrenreich, ha hecho tres descubrimientos que le permiten resistir firmemente el compromiso serio con su pareja: se las arreglan muy bien viviendo solos y les gusta decorar sus apartamentos y hacerse la comida; creen que hay mejores cosas en las que gastarse el dinero que una familia y, por último, se han dado cuenta de que las imágenes negativas de inmadurez e irresponsabilidad o de ambigüedad sexual que acompañaban a los hombres solos han cedido el paso a elementos de prestigio, como la independencia o la disponibilidad. Todo ello, junto a las inseguridades provocadas por los avances profesionales de las mujeres y sus exigencias afectivas, sugiere Bárbara Ehrenreich, en su artículo Por fin, un hombre nuevo, justifica el repliegue y la pasividad de los hombres, que prefieren –cuenta como anécdota- quedar con una chica a tomar una copa antes que a cenar, porque lo primero implica un grado de compromiso mucho menor por su parte.

“Claro que esos hombres tienen miedo de las mujeres, pero no lo dirán jamás… asegura Asunción Sanz, que cree que los norteamericanos intensifican sus relaciones con el medio que les rodea y con el trabajo, pero no hacen lo mismo con sus parejas y tienden a buscar modelos diferentes: “No hay que ir tan lejos, como en el caso de las rusas; las latinoamericanas tienen gran éxito”.

[…] las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado profundamente en la última década. Los criterios que definían esas relaciones se han fragmentado y facilitan la desorientación. “¿No era todo mucho más fácil cuando se suponía que había que seguir al hombre de ciudad en ciudad, a donde le llevara su carrera profesional?”, lamenta Kerri, una abogada de Nueva York, de 27 años.

¿Agresivas, insatisfechas, aterrorizadoras de hombres? ¿Resentidos, evasores de sentimientos y responsabilidades, añorantes de los viejos buenos tiempos del dominio total? La sociedad norteamericana es suficientemente compleja como para evitar las generalizaciones sobre cualquier cosa, incluidos los estereotipos de hombres y mujeres y sus relaciones. Pero son cada vez más frecuentes los análisis que, como los de Bárbara Ehrenreich, recogen la perplejidad de las mujeres ante la ansiedad y la inseguridad de los hombres, y la dificultad de esas mujeres para definir su nuevo papel y sus pautas de comportamiento.

jueves, 5 de febrero de 2009

También cambian los hombres

En los documentos anteriores a éste se ha hecho referencia a la forma de ser del hombre y la mujer. En esta información que encontré a través de internet se habla del nuevo hombre. Si os dais cuenta, al igual que la mujer se ha ido masculinizando el hombre se ha ido feminizando. Por supuesto lo digo con respecto a los roles tradicionales.

Viernes 9 de Enero de 2009
Información General
TENDENCIAS EMERGENTES
Viernes 9 de Enero de 2009
Información General
TENDENCIAS EMERGENTES
El hombre del siglo XXI cuida a los hijos y se anima a llorar
Hace tres décadas hubiera resultado impensable ver a un padre tucumano cambiarle los pañales al bebé. La salida de la mujer al mercado laboral.

El escritor Sinay propone dejar de lado lo que él ha dado en definir como masculinidad tóxica .
Sentado en un bar céntrico, José Luis Raya (30) ensaya mil y una muecas para robarle una sonrisa a su pequeño hijo José Ignacio, de tres meses. “Cuido a Nacho desde que nació, así su mamá puede ir a trabajar, salir a tomar algo con sus amigas o ir de compras”, contó Raya. Este padre primerizo también cambia pañales y deleita a sus familiares y amigos con sabrosas paellas. Pero reconoce que no se anima a limpiar el desastre que deja después de cocinar.Los hombres tucumanos van cambiando lentamente sus hábitos machistas. El ámbito familiar, que antes era terreno exclusivo de las mujeres empieza a ser prioridad para los varones.Tareas hogareñas tales como cocinar, lavar y planchar la ropa, asistir a reuniones del colegio de los hijos, cuidarlos o llevarlos al médico son tan sólo algunas de las actividades en las que la nueva masculinidad se manifiesta. “No se trata de imitar a las mujeres, sino de hacerlo a su manera, sin resignar a sus características varoniles”, señaló Amelia del Sueldo Padilla, sexóloga.
Cambio de roles“Esta tendencia muestra que los hombres han dejado de ser sólo proveedores económicos de la familia para cumplir un rol mucho más activo, sensible a las necesidades del hogar. Esto se debe a la mayor participación de la mujer en el ámbito laboral, lo que obligó a las parejas a dividir las tareas de la casa”, aseguró Manuel Andújar, psicoanalista.Hasta hace poco tiempo era sinónimo de debilidad ver a un hombre demostrar sus sentimientos o emociones. Ser fuerte y duro ante todo tipo de situaciones era una requisito impuesto para ser “macho”. En su libro “La masculinidad tóxica”, Sergio Sinay, especialista en vínculos humanos, desmitifica este paradigma y describe un modelo masculino tóxico que domina en la política, en los negocios, en el deporte, en los vínculos humanos y en las relaciones familiares. “El hombre debe salir de ese viejo rol machista que cree que todo lo puede. Esto no lo deja crecer y contamina tanto su vida como la de los que tiene alrededor”, explicó Sinay, en una entrevista con LA GACETA.Pero en la actualidad el varón se permite cada vez más mostrar lo que siente, compartir más tiempo con sus hijos y hasta disfrutar de una conversación con un amigo o con su pareja tanto como si estuviera viendo la final de un mundial de fútbol con una cerveza en mano. Mostrar el lado más sensible también tiene sus ventajas a la hora de seducir. “Cocinar es más que una simple tarea hogareña, es una poderosa arma de seducción”, comentó Martín Westphal, amante del arte culinario. Los especialistas aseguran que las mujeres sienten mayor atracción por aquellos que son capaces de desarrollar actividades que antes eran impensadas para los varones. “Que mi novio me cocine o verlo cuidar a su sobrina me da mucha ternura, me fascina”, contó Agostina Palacios, de 25 años.
Mucho machoMuchos hombres del siglo XXI son capaces de entender a su compañera, interesándose por sus gustos y preferencias, buscando estabilidad y plenitud emocional en la pareja más allá del placer.Sinay criticó a quienes creen que un hombre se mide por su rendimiento sexual. “No podemos pasar la vida haciendo demostraciones sexuales. Hay que aprender a mostrar lo que verdaderamente somos y lo que podemos dar”, sentenció el autor. Los hombres también le dan un espacio privilegiado a la salud. Se realizan controles médicos periódicos, se cuidan en las comidas, van al gimnasio, consumen productos cosméticos y hasta se animan a pasar por el quirófano para mejorar su estética.Los expertos coinciden en que este cambio de actitud se da con fuerza en varones jóvenes, especialmente de entre 25 y 40 años. Pero como todo proceso es paulatino: “No se puede hablar de un cambio general”, aseveró Sinay. “Es un proceso lento, que cada hombre debe transitar. “No todos tienen el valor para hacer aquellas cosas que antes estaban prohibidas socialemente para un hombre”, explicó el profesional. Además, advirtió que en gran medida es tarea de las mujeres facilitarles la inserción a los hombres en este nuevo mundo.
El hombre del siglo XXI cuida a los hijos y se anima a llorar
Hace tres décadas hubiera resultado impensable ver a un padre tucumano cambiarle los pañales al bebé. La salida de la mujer al mercado laboral.

El escritor Sinay propone dejar de lado lo que él ha dado en definir como masculinidad tóxica .
Sentado en un bar céntrico, José Luis Raya (30) ensaya mil y una muecas para robarle una sonrisa a su pequeño hijo José Ignacio, de tres meses. “Cuido a Nacho desde que nació, así su mamá puede ir a trabajar, salir a tomar algo con sus amigas o ir de compras”, contó Raya. Este padre primerizo también cambia pañales y deleita a sus familiares y amigos con sabrosas paellas. Pero reconoce que no se anima a limpiar el desastre que deja después de cocinar.Los hombres tucumanos van cambiando lentamente sus hábitos machistas. El ámbito familiar, que antes era terreno exclusivo de las mujeres empieza a ser prioridad para los varones.Tareas hogareñas tales como cocinar, lavar y planchar la ropa, asistir a reuniones del colegio de los hijos, cuidarlos o llevarlos al médico son tan sólo algunas de las actividades en las que la nueva masculinidad se manifiesta. “No se trata de imitar a las mujeres, sino de hacerlo a su manera, sin resignar a sus características varoniles”, señaló Amelia del Sueldo Padilla, sexóloga.
Cambio de roles“Esta tendencia muestra que los hombres han dejado de ser sólo proveedores económicos de la familia para cumplir un rol mucho más activo, sensible a las necesidades del hogar. Esto se debe a la mayor participación de la mujer en el ámbito laboral, lo que obligó a las parejas a dividir las tareas de la casa”, aseguró Manuel Andújar, psicoanalista.Hasta hace poco tiempo era sinónimo de debilidad ver a un hombre demostrar sus sentimientos o emociones. Ser fuerte y duro ante todo tipo de situaciones era una requisito impuesto para ser “macho”. En su libro “La masculinidad tóxica”, Sergio Sinay, especialista en vínculos humanos, desmitifica este paradigma y describe un modelo masculino tóxico que domina en la política, en los negocios, en el deporte, en los vínculos humanos y en las relaciones familiares. “El hombre debe salir de ese viejo rol machista que cree que todo lo puede. Esto no lo deja crecer y contamina tanto su vida como la de los que tiene alrededor”, explicó Sinay, en una entrevista con LA GACETA.Pero en la actualidad el varón se permite cada vez más mostrar lo que siente, compartir más tiempo con sus hijos y hasta disfrutar de una conversación con un amigo o con su pareja tanto como si estuviera viendo la final de un mundial de fútbol con una cerveza en mano. Mostrar el lado más sensible también tiene sus ventajas a la hora de seducir. “Cocinar es más que una simple tarea hogareña, es una poderosa arma de seducción”, comentó Martín Westphal, amante del arte culinario. Los especialistas aseguran que las mujeres sienten mayor atracción por aquellos que son capaces de desarrollar actividades que antes eran impensadas para los varones. “Que mi novio me cocine o verlo cuidar a su sobrina me da mucha ternura, me fascina”, contó Agostina Palacios, de 25 años.
Mucho machoMuchos hombres del siglo XXI son capaces de entender a su compañera, interesándose por sus gustos y preferencias, buscando estabilidad y plenitud emocional en la pareja más allá del placer.Sinay criticó a quienes creen que un hombre se mide por su rendimiento sexual. “No podemos pasar la vida haciendo demostraciones sexuales. Hay que aprender a mostrar lo que verdaderamente somos y lo que podemos dar”, sentenció el autor. Los hombres también le dan un espacio privilegiado a la salud. Se realizan controles médicos periódicos, se cuidan en las comidas, van al gimnasio, consumen productos cosméticos y hasta se animan a pasar por el quirófano para mejorar su estética.Los expertos coinciden en que este cambio de actitud se da con fuerza en varones jóvenes, especialmente de entre 25 y 40 años. Pero como todo proceso es paulatino: “No se puede hablar de un cambio general”, aseveró Sinay. “Es un proceso lento, que cada hombre debe transitar. “No todos tienen el valor para hacer aquellas cosas que antes estaban prohibidas socialemente para un hombre”, explicó el profesional. Además, advirtió que en gran medida es tarea de las mujeres facilitarles la inserción a los hombres en este nuevo mundo.

Mujeres en busca de un nuevo humanismo

MUJERES EN BUSCA DE UN NUEVO HUMANISMO
Resumen del capítulo XI de este texto de Monserrat Roig, cuyo título es “Ciencia y antifeminismo” (Edit. Salvat, Col. Temas clave, nº 60)
La actual distribución de roles masculinos y femeninos no es universal ni
en el espacio ni en el tiempo. Así entre los habitantes de las islas Marque-
sas, las labores del hogar y el cuidado de los niños son propios de los hom-
bres . Entre los tasmanios, la caza era tarea femenina. Y los ejemplos pue-
den multiplicarse.

… A partir del siglo XVIII , la ciencia sustituye a la religión: ya no es Dios sino la Naturaleza lo que explica la subordinación de la mujer al mundo masculino. Rousseau, por ejemplo, escribía que “la mujer fue creada para ceder ante el hombre y tolerar sus injusticias”. Su proyecto pedagógico dividía la educación humana según sus roles sexuales. Y la educación de la mujer tendría que estar en función del hombre: “agradarle, serle útil, ser amada y honrada por él, educarle durante su juventud…”. Quedaba así definido el papel de la mujer: objeto de atracción sexual, de veneración, a la par que transmisora de los valores ideológicos vigentes en la socialización del niño.
… Este esquema ha permanecido ha sido corroborado por muchos modernos “sacerdotes de la tribu”, los científicos, los cuales han antepuesto sus prejuicios masculinos a la propia indagación científica. Quedaban atrás Aristóteles -que creía que el padre es el principio eficiente, la idea, lo que da forma, mientras que la madre es la materia, lo amorfo- o Santo Tomás de Aquino, que afirmaba que la mujer es algo deficiente y circunstancial… Darwin subrayaba la supuesta inferioridad de la mujer al afirmar que “la diferencia fundamental entre las facultades intelectuales de ambos sexos resulta sobradamente probada por los resultados obtenidos siempre superiores en el hombre que en la mujer”
… Así pues, el hombre estaba constituido física y mentalmente para la acción y el poder , mientras que la mujer, de constitución débil, era pasiva, tierna, y su función natural era el hogar…
… Surgieron también estudios anatómicos que afirmaban que “la mujer es un organismo retenido en un estado de permanente infantilización”, de ahí que se la considerase dominada, como los niños, por los sentimientos y, como ellos, deficiente en el poder de abstracción y síntesis.
… Herbert Spencer desarrolló la teoría de que la actividad intelectual era incompatible con la procreación y que la mente de la mujer se degradaba a medida que engendraba hijos. Algunos llegaron a definir a la mujer como un estado medio entre el antropoide y el hombre. Según estos científicos misóginos, la libertad de la mujer significaría la degradación de la especie humana, así que era importante preservarla de la contaminación de la cultura para que se mantuviera incólume dentro de los límites que le ha otorgado la Naturaleza. El error básico de estos científicos es que creían que la inteligencia es esencialmente masculina, de ahí que temieran la “masculinización” de la mujer si se desarrollaban sus facultades mentales. La mujer “sabia”, decían, olvida sus funciones de madre y compañera del hombre y pierde sus innatos encantos femeninos.
En Estados Unidos, algunos científicos han estudiado recientemente la interacción social en los grupos de primates y, al observar que las primates hembras son sumisas y pasivas, han colegido que son así porque pertenecen a la “naturaleza femenina”. Otros afirman que al tener hormonas sexuales diferentes, los hombres y las mujeres tienen desde que nacen un comportamiento distinto, pues las hormonas afectan al cerebro. Sin embargo los estudios antropológicos de Margaret Mead y otros demostraron precisamente lo contrario: que la organización social es variada y que existen sociedades donde las mujeres tienen un comportamiento activo y dedicado a la vida exterior. Otros científicos han afirmado que lo único distinto entre los sexos es su fisiología y que el comportamiento humano difiere por la situación social y cultural. Cualquier experiencia puede demostrar hipótesis contrapuestas, y las conclusiones de los científicos están determinadas por su aceptación o rechazo de la ideología dominante.

domingo, 1 de febrero de 2009

3.A favor de las diferencias


¿Qué opinas de este texto?













KANT: OBSERVACIONES ACERCA DEL SENTIMIENTO DE LO BELLO Y LO SUBLIME
(Resumen de la Sección Tercera)

En la Sección Tercera de este texto, cuyo título es “Acerca de lo sublime y de lo bello en la
relación recíproca de ambos sexos” se plantea Kant , como indica el título, las cualidades
específicas del hombre y la mujer: lo sublime y lo bello respectivamente.
“Cada sexo combina unas y otras (características) aún siendo de tal manera que todos los otros primores de una mujer deben agruparse únicamente para realzar el carácter de lo bello, que es su propio punto de referencia y, por otra parte se destaque claramente lo sublime entre las cualidades masculinas como la característica de su condición”
Esta diferencia es una diferencia natural. Prueba de ello es que…
“…ya en su infancia, las niñas disfrutan con ataviarse y se complacen con embellecerse. Son muy limpias y muy sensibles con respecto a todo lo que da asco… y esto a una edad en la que nuestra juventud masculina bien educada es todavía indómita, torpe y apocada”.
La inteligencia de uno y otro sexo es diferente.
“El bello sexo tiene sin duda también inteligencia como el masculino, sólo que es una inteligencia bella; la nuestra debe ser una inteligencia profunda, como expresión para significar lo mismo que sublime”.
Esta inteligencia bella, con la cual está dotada la mujer por naturaleza, podría evolucionar hacia una inteligencia profunda. En este caso el precio a pagar…
“Una reflexión profunda y un tratamiento largo y continuado son nobles pero pesados y no se corresponden bien con una persona en la que los atractivos naturales no deben mostrar otra cosa que no sea una naturaleza bella. Aprender un trabajo o cavilar con esfuerzo, aún cuando una mujer debiera progresar en ello, hacen desaparecer los primores que son propios de su sexo, y pueden convertirse en objeto de una fría admiración a causa de su rareza, pero debilita al mismo tiempo los encantos mediante los cuales ejercen ellas su gran poder sobre el otro sexo”.
Advierte Kant que es fundamental tener en cuenta las diferencias en las cualidades de uno y otro sexo en orden a la educación que deben recibir. Así, debe fomentarse en ellas las materias que desarrollen la sensibilidad como la pintura o la música, pero…
“…no en cuanto es arte, sino en cuanto manifiestan la sensibilidad, todo ello refina o realza el gusto de este sexo…No les conviene nunca una instrucción fría y especulativa, sí sensaciones en todo tiempo y precisamente de aquellas que se mantengan lo más cercanas posible a su relación con el otro sexo”
En consonancia con esto, las mujeres no deben estudiar ciencias.
“No tienen por qué llenarse la cabeza con batallas en Historia, ni con ciudades en Geografía, pues les sienta tan mal a ellas que hayan de oler a pólvora, como a los varones que huelan a almizcle”
Si estudian alguna ciencia, ello debe estar supeditado a destacar la belleza.
“Tampoco tendrán necesidad alguna de conocer sobre la estructura del Universo nada más que aquello imprescindible para hacerlas conmover el aspecto de una noche bella…”
El objeto de estudio propio de la mujer, dice Kant, es el hombre. Como ya supondréis no se refiere a un estudio teórico, una Antropología, sino a uno muy concreto…
“El contenido de la gran ciencia de la mujer es ante todo el ser humano y, entre los seres humanos, el varón. Su filosofía no consiste sutilizar, sino en sentir”.
En el ámbito de la moral consideraba Kant que una acción sólo es virtuosa si se hace “por deber”; es decir, porque consideramos que es nuestro deber realizar la acción y no por ningún otro motivo fuese o no egoísta. Pues bien, veamos las actitudes morales de uno y otro sexo.
“La virtud de la mujer es una virtud bella. La del sexo masculino debe ser una virtud noble. Las mujeres deben evitar el mal, no porque sea injusto, sino porque es feo, y las acciones virtuosas para ellas se consideran las que son moralmente bellas. Nada de deberes, nada de que es preciso, nada de obligatoriedad. A la mujer le resultan insoportables todos los mandatos y todas las presiones oscas”
La razón por la cual la naturaleza ha dotado a hombres y mujeres con cualidades opuestas es la atracción que ello genera.
“…por muchas vueltas que puedan darse en torno al misterio, la atracción entre los sexos está al fin y al cabo a la base de todos los demás atractivos, y siempre una mujer en cuanto mujer es el objeto agradable de una conversación de buenos modales”
“De esto hemos de inferir que los fines de la naturaleza tienden a ennoblecer aún más al hombre mediante la inclinación sexual y a embellecer aún más a la mujer precisamente por lo mismo. Una mujer no se preocupa gran cosa por no poseer ciertas inteligencias superiores, por ser tímida o por no estar impuesta para los negocios importantes, etc; es bella y conquista, eso basta. En cambio exige todas estas cualidades en el hombre y la sublimidad de su alma se muestra únicamente en que sabe apreciar estas nobles cualidades en la medida en que se encuentran en él…El hombre es, por otra parte, mucho más delicado con respecto a los bellos encantos de la mujer. Se considera resarcido de modo suficiente con su delicada figura, su jovial ingenuidad y su encantadora afabilidad, por la carencia de su instrucción literaria y de otras deficiencias que él ha de sustituir mediante sus propios talentos”
Estas cualidades opuestas son la causa no sólo de la atracción sino que están en la base de la unión matrimonial.
“En la vida matrimonial, la pareja unida debe constituir en cierto modo, una persona moral única, animada y regida por la inteligencia del hombre y por el gusto de la mujer”